El constructivismo ruso: qué es y cuál es su influencia
La Rusia de la década de 1920 era un lugar en el que la revolución había triunfado. Y no solo en el ámbito político tras el derrocamiento del régimen zarista imperialista y la implantación de la república leninista. También en el artístico. Fruto de ese estado surgió un movimiento que, al día de hoy, sigue teniendo una gran influencia en la fotografía, el diseño gráfico y, sobre todo, en la arquitectura, así como en otros muchos otros sectores. Hablamos, como no, del constructivismo ruso.
Las características del constructivismo ruso
El impacto del constructivismo ruso en el arte europeo fue brutal. En concreto, este movimiento nace del profundo rechazo al arte burgués y a los elementos ornamentales y decorativos que lo caracterizaban en la época. Así, mientras en países como Francia, Alemania o Inglaterra se apostaba por el neoclasicismo y el Art Nouveau, los artistas rusos se volcaban con la simplicidad, las formas geométricas y las líneas puras.
Al fin y al cabo, los artistas de referencia del movimiento anhelaban cambiar el mundo que les rodeaba a partir de sus obras. Pero no desde una perspectiva cualquiera. En ella tenía especial valor la funcionalidad y el utilitarismo. Es decir, el arte y la estética debían estar al servicio de la practicidad.
La revolución industrial rusa, eje del constructivismo
Para entender este movimiento artístico hay que partir de la base de que los constructivistas entendían el arte como una herramienta revolucionaria más. Por tanto, no solo tenía la posibilidad de influir en la difusión de la ideología socialista en el pueblo y en la creación de un nuevo orden social, sino también la obligación.
La revolución industrial llegó al territorio ruso poco después de triunfar y consolidarse la revolución. En este sentido, si echamos un vistazo rápido a las principales obras del movimiento durante esa época, no cabe duda de que así fue. Vladimir Tatlin, mediante su Monumento a la Tercera Internacional, es el mejor exponente. Y eso que nunca llegó a ser construido.
Por desgracia para los constructivistas, el Partido Comunista acabó apostando por el realismo socialista a finales de la década de 1920. Un movimiento que, gracias a ese apoyo, terminó por imponerse. Algo que no impidió que el constructivismo haya influido a decenas de grandes arquitectos y que siga vigente en nuestros días.
La influencia del constructivismo ruso en la arquitectura
La arquitectura es la rama del arte en la que más se notó la influencia de este movimiento revolucionario. De hecho, los constructivistas fueron los responsables de diseñar nuevos modelos de ciudad con base en los cambios que la vida socialista conllevaba en las formas de vivir y de trabajar. Por ello, con base en sus criterios de funcionalidad, se volcaron en la creación de infraestructuras capaces de albergar los servicios comunales necesarios.
El hormigón, el cristal y el metal fueron los materiales estrella del movimiento. Lejos de alardes y lujos, eran los ideales para dar forma a esa simplicidad y a esas formas geométricas que lo definían. Además, permitían dar respuestas baratas a los problemas urbanos que iban surgiendo como resultado de la nueva vida socialista. Principios tan aplicables a las casas colectivas como a las escuelas o a las fábricas de producción.
Solo en la ciudad de Ekaterimburgo es posible disfrutar aún de 140 edificios totalmente constructivistas. Sin embargo, hay ejemplos todavía más representativos del movimiento que siguen en pie. Hablamos, por ejemplo, de los clubes de trabajadores de Zuev y Rusakov, obras de Golosov y Melnikov en 1929. Más antiguo es el edificio de apartamentos Mosselprom de Strukov (1917) o la torre de comunicaciones Shábolovska de Shujov (1922).
El constructivismo y su influencia en el diseño gráfico actual
Como decíamos, las bases del constructivismo se asientan sobre la geometría y la simetría, sobre la repetición y la linealidad pura. Al aplicarse sobre el diseño gráfico, vemos como en la cartelería englobable dentro del movimiento predominan los tonos rojos y negros, los fotomontajes y la reproducción de tipografías de palo seco.
Todas ellas son señas de identidad que nos permiten reconocer al vuelo cualquier panfleto o cartel diseñado durante la época postrevolucionaria de Rusia. Un estilo que huye de todo artificio y que buscaba informar a la ciudadanía, en su mayoría carente de estudios y que ni siquiera sabía leer ni escribir, de la situación política.
Ese estilo, aunque actualizado e influenciado por otras corrientes más modernas, sigue aplicándose al diseño gráfico hoy en día. ¿El motivo? Es capaz de transmitir cualquier mensaje de un modo sencillo e potente. De hecho, genera un impacto importante en el receptor a pesar de tener connotaciones evidentes para la mayoría.
En definitiva, aunque el constructivismo fue un movimiento infravalorado en su momento, el tiempo ha sabido reconocer su valía. Un estilo adelantado a su tiempo que ha sabido sobrevivir y llegar a nuestros días sin perder un ápice de efectividad a la hora de conseguir sus objetivos.
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